Cuatro elementos de tu voz que le dan color a tu discurso.
Toda tu vida es comunicación. Nunca podremos dejar de comunicar. Todo el tiempo estamos transmitiendo un mensaje con lo que decimos, con lo que expresamos, con lo que no decimos y con nuestro lenguaje corporal y no verbal. En otras palabras, comunicas con todo tu ser. Si hablamos de tu voz, comunicas con el volumen, la entonación, la vocalización, el ritmo de las palabras, las pausas. Al mismo tiempo comunicas con tu cuerpo con tu postura, tu expresividad, tus gestos, tu mirada y tus movimientos. No hay nada más cierto que lo que revela tu lenguaje no verbal sobre lo que piensas de ti y de lo que estás diciendo. Con el fin de que tengas un aliado en tu voz a la hora de hablar en público, en una presentación o con la gente que tengas la posibilidad de influir positivamente en su vida, te regalos estos cuatro elementos que harán una gran diferencia si sabes utilizarlos a tu favor.
Una de las armas más poderosas para plantar una idea, acompañar una buena exposición o influir positivamente en tu equipo de trabajo es tu voz. Con una buena variedad vocal tendrás unas herramientas muy poderosas para cambiar la historia de tu auditorio, equipo de trabajo o familia y amigos. Más allá de acompañar a tus palabras, tu voz inyectará vida a tu mensaje y emoción a la gente con la que te comunicas. Dale color a tu discurso y «pinta paisajes» con tus palabras con estas cuatro herramientas de tu paleta paraverbal. Si los manejas bien tendrás la atención, la credibilidad y el entretenimiento suficiente para captar la atención de los demás.
1. VOLUMEN: sube y baja el volumen. Cuando te permites cambiar el volumen, bien sea hacia arriba o hacia abajo, logras enfatizar tus palabras. Equivale a unas «negritas» de un procesador de texto. Baja el volumen de tu voz para crear complicidad con tu audiencia, generar suspenso, mostrar seriedad o para expresar sinceridad. Sube el volumen de tu voz para recapturar la atención, crear exitación, destacar contenido importante de tu discurso. Ojo: no abuses de sus variaciones que podrás cansar a tu auditorio.
2. RITMO: Cambia de ritmo. Empieza con un ritmo que te resulte cómodo. Hablar a toda velocidad transmite nerviosismo y ganas de acabar tu charla. En estos casos, la mayor perjudicada es tu credibilidad. De paso, terminarás agotando a tu audiencia. Bajale el ritmo a tu voz cuando necesites explicar elementos complejos o importantes. Puedes acelerar para repasar algo que ya es conocido o si buscas dar una sensación de urgencia. En todo caso, es fundamental vocalizar claramente.
Reto para tomar acción: ¿Cuál es tu próxima reunión o presentación importante donde debes ser contundente con tu discurso? ¿Qué tal si te propones actuar con INTENCION y eliges que tu mensaje impacte definiendo momentos para subir el volumen, hacer cambios de ritmo, generar silencios importantes o darle expresividad con la debida entonación a tus palabras. Prueba y regálame tu testimonio en la cuenta de instagram de @micaminohacialacima.